Entrelazando el Pasado con Arturo Barros Medina: Su Contribución a la Presentación Oficial de “Sin Rencor Sin Buscar Resarcimiento”

Adéntrate en los matices profundos de “Sin Rencor, sin buscar resarcimiento”, desde la perspectiva única de Arturo Barros Medina, uno de los oradores del evento de la presentación del libro que se llevó a cabo el jueves 11 de enero de 2024 en el Auditorio de la Biblioteca Regional en Coyhaique. Desde los ásperos ruidos de la década del sesenta hasta la búsqueda incesante de respuestas, Arturo desentraña las complejidades de la historia con una pluma reflexiva. En esta página, descubre cómo su mirada única añade capas intrigantes al entramado de “Sin Rencor, sin buscar resarcimiento”.

Transcurría la década del 60.- Entonces, germina el tormento y Vía Crucis de nuestra periodista – escritora. – Mi entrañable amiga: MARISOL OBRADOR YÁÑEZ.

“Será muy breve el intento por dejar las cosas claras;

Todo tiene su comienzo – hasta las más grandes aguas

Pero quien larga hacia fuera, lo que le estorba en el alma,

Es cortar de un solo tajo- todo lo que adentro daña”. –

                                    ***

           Grises episodios narrados sin modificar acontecimientos, ni desvincularlos del fulgor identitario de aquellos seres esculpidos por el entorno paisajístico y todo elemento adicional que configuran este apasionante relato – sin rencor ni resentimientos ni desagravios y cuyos comienzos, nos trasladan a las postrimerías de la década del sesenta..Sumergidos en aquellos tiempos de coraje, bravura y bizarría – donde la inconexión – la escasez y las carencias, agitaban esos ásperos ruidos, con sus garras imperceptibles y que la candidez de una niña, internaliza y asimila -. Entre burdos palpitares y confrontaciones del pensamiento humano.

            Puerto Ingeniero Ibáñez – y sus ayeres en Puerto Río Tranquilo y Chile Chico. – La Patria diminuta.

            El relato de nuestra Marisol- no es una apología al desconsuelo, ni el quebranto y -. Con el tiempo – la esquiva búsqueda de la reparación y el resarcimiento. –

Resulta conmovedora la incesante indagación hacia el hombre que esgrimió el puñal y arrebató la joven vida de su padre y a quien – paradójicamente – consideraba entre sus amigos cercanos y hasta predilectos, suceso acontecido, cuando Marisol, tan solo disfrutaba los tres añitos.

            Con el paso inexorable de los años se produce la confusa dualidad = Encontrar al victimario y mirarlo a los ojos o simplemente descubrir en su mirada, algún atisbo de arrepentimiento- donde la propia existencia se hubiese encargado de resarcir. –

            La Madre. – señala rutas, sugiere a su hija: aceptación y conformidad, pero en la estructura emocional de la niña, todavía habitaba aquel episodio inmarchitable que, estropeaba su intento de vivir y el delicioso trajín de querer soñar-. Mamá Isolina y la templanza de la mujer patagónica – contraria a esa búsqueda. – atenuaban, en parte, el rumbo de aquel designio.

            El trabajo fatigante de mamá; la crianza y educación de sus hijas; los cambios de residencia y las insospechadas eventualidades que la vida nos presenta en el proceso vivencial – Todo. – apuntaba a esquivar aquel turbio venero inagotable de incertidumbre – aflicciones y zozobras. Todo — hasta las distancias se conjugaban para evadir aquel escenario y su calvario. –

            Los tres puertos mencionados componen el triángulo sobrecogedor, que acentuaba en Marisol, la cotidianidad de aquellos parajes, invariablemente atrapada a ese pasado tormentoso.

            La niña mujer y sus indagatorias nos aleja del objetivo, pero nos aproxima a bramidos subterráneos agazapados en su alma de niña huérfana. – ¿Sería provechoso hurgar en el pasado? – Marisol concurrió a cementerios, a coetáneos y contemporáneos de aquel tiempo oscuro y hasta se estremeció al encontrar los vestigios de aquellos ranchos – testimonios categóricos atrapados en precarias viviendas que alguna vez abrigaron su infancia y adolescencia. –

            Entonces – fue el tiempo -el abandono- la soledad- la vejez- las enfermedades y quizás, la fatigosa carga emocional en el hechor. – ese quizás que hiere lento- aturde y destroza palpitares. – al menos ya no hay rencor. –

            Han pasado los años y el adiós definitivo de Mamá Isolina y sus últimos palpitares junto a su Marisol, convencida religiosamente, que volverán a encontrarse en aquel Valle Celeste y Claro. – donde Dios tendrá tiempo para cuidarlas, porque, al final se deduce que; “En las rutas de la Vida, también hay rutas de pena -Hay lamentos que se entierran hasta en la última vena y emergen a la distancia como una lágrima ajena; como una mano de acero, desprendida de la Tierra”.

            Marisol querida. – Humildemente bendigo tu jornada y te felicito, porque, Quien larga hacia fuera, lo que le estorba en el alma – es cortar de un solo tajo- todo lo que adentro daña”. –

                                                                                   *****

   Te abraza – desde su Corazón, tu amigo. Arturo Barros M.-

Coyhaique, enero 2024

Deja un comentario